Así, como suena.
Anteriormente os comentaba la importancia de
la ceremonia del café, un momento de celebración, un momento de acción de
gracias.
Ayer viví dos de ellas. La primera fue en la
casa, con los niños y las cuidadoras. Vi que la estaban preparando y pensé que
era por la recogida de la cosecha. Cuál fue mi sorpresa cuando me dicen que es
para despedirme, para celebrar y dar gracias por mi estancia aquí. Y el desmadre: todos los peques en la
sala, música, baile, galletas, chocolate, kollo (frutos secos) y por supuesto
café e incienso. Inolvidable. Un pañuelo etíope de regalo y yo con las lágrimas
a puntito… Muy emocionado.
Después de este cúmulo de emociones habíamos
quedado con todo el personal de la clínica para tomar algo a modo de despedida.
Así que nos fuimos a un sitio tranquilo para cenar. Mi sorpresa allí fue que
habían preparado otra ceremonia del café tras la que cenamos algo, probamos un
vino etíope (mezclado con Sprite) y tuvimos un rato de conversación muy ameno.
Maheret, Misrak, Abebech, Gashow y Emu explicaron lo contentos que están en la
clínica (siempre con cosas que mejorar, por supuesto!) y comentaron lo bien que
se sentían con Gonzalo, con Marta y conmigo allí.
Al final me dieron unos regalos de recuerdo,
que también estarán siempre conmigo.
Y esta mañana la despedida con los niños de la
casa… ufff! Se me ha hecho dura, la verdad! Terminas conectando de maravilla
con ellos y las despedidas o los hasta-luego no son nada fáciles.
Un trozo de mí se queda en Meki.